
La tragedia Venezolana de los últimos 23 años, ha estado pavimentada, en primer lugar por la pretensión hegemónica, excluyente y de predominio a plazo indeterminado de un gobierno cuya acción vandálica, depredadora y destructiva no ha conocido precedentes en nuestra historia nacional y cuyas consecuencias se expresan cotidianamente en la pobreza, la desigualdad, el colapso moral e institucional el éxodo masivo y forzado de millones de connacionales, y la perdida de condiciones de vida que agobia a la casi totalidad de los venezolanos.
Esa responsabilidad principalísima del gobierno en el caos que marca la vida del país, tiene su correlato, de ineludible co-responsabilidad, en una oposición, o para decirlo en términos mas explicativos, en unas oposiciones, que a lo largo de más de dos décadas han sido incapaces de formular una estrategia exitosa, y ejercer un liderazgo asertivo, que hubiera abreviado las calamidades colectivas vividas, y marcado una ruta hacia la transición democrática que preceda la reconstrucción venezolana en todos los órdenes.
Veintitrés años de errores repetitivos y continuos, interrumpidos solo por momentos luminosos de victoria en eventos electorales como las elecciones parlamentarias del 2.015, que pronto son dejados a un lado para perseverar en disparates que han incluido la promoción de salidas violentas, aventuras insurreccionales, llamados a la guarimba y la abstención, incitación a invasiones o medidas coercitivas por terceros países, un compendio de dislates que si tuvieran que agruparse , bien pudieran editarse bajo el título : “TODO LO QUE DEBE HACERSE PARA QUE UN GOBIERNO DESPRESTIGIADO Y MALO CONTINUE EN EL PODER.”
Todas las encuestas, sondeos de opinión y la dura realidad diaria revelan que existe en los ciudadanos Venezolanos, un inmenso deseo y voluntad de cambio, y ello no podría ser de otra manera cuando las cifras de organismos especializados constatan una pobreza de más del 85% de la población, un salario promedio de 6 dólares mensuales, la ausencia de servicios públicos básicos y en general condiciones insufribles de vida, lo que por supuesto implica altísimos niveles de desafección y repudio al gobierno, por lo que no resultaría ni exagerado, y menos aún calumnioso afirmar que Nicolás Maduro, se mantiene en el poder gracias a la incompetencia de sus adversarios.
Ahora bien, en el imaginario político, aparecen los comicios presidenciales del 2.024, como una extraordinaria oportunidad para por la única vía posible y deseable, que es la pacífica, electoral y democrática, producir un cambio y una transición que marque el camino a la titánica tarea de reconstruir a Venezuela, y de reedificar sus destruidas y maltrechas instituciones, su base productiva, los cimientos de una sociedad con igualdad de oportunidades para todos, la ética publica, y además la convivencia, la paz, el pluralismo y el entendimiento bases fundamentales del sistema democrático
Construir esa alternativa, requiere como requisito existencial, la unidad todos los venezolanos, agrupados en torno a un mensaje que logre mediante una visión compartida de futuro esperanzar, activar y movilizar a los ciudadanos para ejercer con contundencia el arma libertaria del voto, ese relato motivador tiene que cobrar cuerpo y representación en una candidatura presidencial de un hombre o mujer que por sus méritos, trayectoria y capacidades, pueda cumplir la nada fácil tarea de construir una mayoría electoral contundente, que logre una victoria comicial inobjetable, y que junto a ese éxito en las urnas, transmita garantías y seguridades para que quienes tienen mas de dos décadas aferrados al poder acepten una transición democrática, y luego encabezar un gobierno de unidad nacional que permita emprender la reconstrucción de una Venezuela dejada en ruinas material y moralmente y con un altísimo grado de pobreza y conflictividad social.
Es precisamente sobre lo difícil y complejo que resultara desalojar del mando, aun dentro del actual agotamiento y desprestigio, a un gobierno que no solo ha demostrado ausencia total de escrúpulos, sino que vocea cotidianamente su voluntad de no abandonar el poder, donde se escinden y contraponen las estrategias electorales de los distintos factores de la fraccionada oposición partidista venezolana.
La oposición tradicional, responsable en grado sumo de la errática y desacertada conducción que le ha permitido al gobierno permanecer veinticinco años en el poder, persiste en su equivocación al pretender confrontar electoralmente a un régimen que ellos mismos califican como dictatorial, comunista y sátrapa, como si se tratara de una democracia convencional, presta a cumplir ineludiblemente la alternabilidad democrática, y para ello convocan una “fiesta electoral” consistente en unas elecciones primarias, que amen de estar salpicadas de sus tradicionales y mutuas descalificaciones, terminaran – si es que terminan – eligiendo un candidato que no tendría ni la más remota posibilidad de sortear las difíciles tareas de ganar, cobrar y gobernar, como suele recordárselo con mezcla de perversidad y sorna el inefable Jorge Rodríguez entre otros voceros oficiales.
Quienes hasta hace poco voceaban la peregrina idea de que “un gobierno comunista no sale sino con plomo “, ahora afortunadamente reconvertidos a la vía electoral, de nuevo reinciden en sus errores de apreciación y de estrategia, al valorar que aquellos comunistas que no “salían sino con plomo “, ahora estarían dispuestos a dejarse derrotar y transmitir el poder a un candidato – hombre o mujer – que lo mas edulcorado que les ofrece es pagar con cadenas perpetuas, sus culpas y delitos, considerando incluso que desearles la muerte sería un inmerecido acto de piedad.
Contrapuesta a la tesis de las primarias, existen sectores , organizaciones e individualidades, que entendiendo la naturaleza hegemónica, continuista y autoritaria del gobierno, proclaman como ha sucedido en todas las latitudes del mundo donde ha tenido que confrontarse con regímenes de la naturaleza del que desgobierna en Venezuela, que se impone en un ejercicio de estrategia asertiva y realista, escoger a un candidato o candidata, que reuniendo las condiciones de destreza y competencia, pueda terminar siendo aceptado por todos los sectores del país, incluyendo a quienes derrotados electoralmente puedan tener las garantías de que su pase a la oposición no será el momento propicio para retaliaciones y ajustes de cuentas, y que tendrán un espacio respetado en la vida política de Venezuela..
El “consenso” en torno a un hombre o mujer que resuma las condiciones necesarias para sortear exitosamente un cuadro político, unas instituciones, incluyendo la jefatura de la Fuerza Armada Nacional, y un sector oficialista, que no está dispuesto como ellos mismos lo proclaman a diario a salir del poder sin las garantías que su instinto de conservación les sugieren, por lo que constituye una imperdonable falta de sentido común y político, el pensar que en un evento de comicios primarios con decenas de candidatos, que frívolamente juegan a participar de una especie de “fiesta o carnaval electoral “ pueda resultar electo un nominado capaz de cumplir la dificilísima tarea de derrotar al gobierno, lograr que este transmita dócilmente el poder, y que luego pueda garantizar estabilidad y gobernabilidad en un país dejado en ruinas.
Por el contrario las primarias convocadas por un sector de la oposición parecieran mas bien diseñadas y concebidas por muchos de sus promotores y participantes, como un evento destinado a un ajuste de cuentas o un relevo en el liderazgo entre las distintas organizaciones que allí concurren, basta con oir las proclamas de la candidata Maria Corina Machado, para entender que su propósito es pasar “ caída y mesa limpia “ liquidando a un conjunto de dirigentes que por cierto han sido sus compañeros inseparables de aventuras en todos y cada uno de los impenitentes errores cometidos por ese sector opositor por mas de dos décadas y un lustro, en pocas palabras la figura de las primarias puede ser efectiva para un cambio de caras en ese grupo opositor, pero lógicamente lucen impertinentes e inefectivas para generar el cambio de gobierno que la inmensa mayoría del país demanda con impostergable urgencia.
El dilema Consenso o Primarias, sin embargo tiene muy por encima de las controversias en torno a la viabilidad y pertinencia de cada propuesta, un interés superior que se constituye en punto obligatorio de coincidencia para quienes queremos que la tragedia actual cuyas consecuencias paga cotidianamente el pueblo venezolano, no se prolongue por seis años mas, y es encontrar un punto de encuentro entre ambas posturas única conducta capaz de generar la unidad, que como hemos insistido resulta requisito indispensable para garantizar la victoria electoral en 2.024.
En los procesos comiciales realizados desde mayo de 2.018, ha quedado demostrado que el régimen chavista-madurista agotado en su base popular y repudiado por una inmensa mayoría de venezolanos, solo puede obtener éxitos cuando sus opositores le suministran los únicos insumos con los que pueden sostenerse que son la abstención y la división, baste con poner el ejemplo de la reelección de Nicolás Maduro, propiciada y favorecida por una abstención del 60% , que en buena medida obedecieron a los llamados abstencionistas del entonces denominado G4 , afortunadamente reconvertidos en adalides electorales, ojala que definitiva y firmemente, e igualmente pudiera traerse a colación, el resultado electoral del proceso de selección de alcaldes y Gobernadores cumplido en noviembre de 2.021, donde se perdieron – o mejor dicho- dejaron de ganarse más de 14 entidades federales por la dispersión y atomización del voto opositor, que de esta manera y para desgracia de esas colectividades tiño de rojo el mapa venezolano.
De manera que quienes anteponiendo patriotismo, sensibilidad y responsabilidad, estamos identificados con la idea fuerza de construir una unión nacional que motive a los venezolanos a un voto mayoritario a favor del cambio democrático, y para ello es necesario que quienes consideramos como asertiva y pertinente la tesis del consenso, y quienes militen en la propuesta de las elecciones primarias diseñemos un camino que nos conduzca al necesario “punto de acuerdo “ donde de cara al país y obedeciendo siempre a los dictámenes de la ciudadanía, podamos converger en una candidatura que goce del favor mayoritario del electorado, en la dificilísima tarea de GANAR ,COBRAR Y GOBERNAR objetivos que hemos explicado con abundancia de contenidos y detalles.
Esa voluntad unitaria, que permitirá identificar claramente, a quienes antepongan el interés de Venezuela frente a sectarismos, personalismos, ambiciones y protagonismos, factores que han influido determinantemente en los errores reiterados de mas de dos décadas, deberá construir aun en medio del debate sobre el método de selección del candidato unitario, un ambiente que encemente ese necesario “punto de encuentro”, en función de lo cual resulta indispensable un trato respetuoso y considerado, que evite el lenguaje descalificador, y que coloque las diferencias en el plano de las ideas y las propuestas, por encima de la diatriba inútil y las acusaciones desconsideradas.
Igualmente deben construirse canales de comunicación entre uno y otro sector, incluso propiciando de cara a la ciudadanía, debates donde se expongan las razones que acuden en favor de cada posición, lo cual motivaría a la hoy adormecida y desesperanzada mayoría opositora, a pronunciarse en torno a uno u otro planteamiento. El intercambio de ideas que enriquezcan la propuesta programática del candidato unitario, también puede dar lugar a iniciativas comunes, todo ello como demostración clara del compromiso de los factores ubicados en una u otra posición, de que al final encontraremos el método, la forma, el momento y el escenario para coincidir en la materialización de la candidatura y la propuesta unitaria que le abrevie al martirizado pueblo venezolano seis años mas de sufrimientos.
A cualquier opositor, que en el fragor de las luchas internas, pueda en un momento determinado expresar dudas o reticencias frente al candidato unitario que en definitiva resulte seleccionado, les he sugerido un ejercicio de meditación, donde por un momento se imaginen lo que seria para Venezuela seis años más bajo el dominio de un gobierno que se ha demostrado infinita e impenitentemente destructivo, depredador y corrupto, y que saque cuentas de cuantos venezolanos mas tendrán que emigrar para subsistir, de cuantos niños mas se quedaran sin futuro, de cuantos hogares mas sufrirán las calamidades del hambre, la desigualdad y la pobreza, de cuantos enfermos morirán a mengua, en fin todas las consecuencias funestas de la prolongación del actual desastre. Frente a esa perspectiva de tragedia colectiva, cualquier diferencia entre los factores de la oposición, por justificados y grandes que sean o parezcan se quedan cortos.
Entonces “pongámonos de acuerdo” y sin declinar posiciones y defendiendo las tesis y propuestas de cada sector de la oposición, proclamemos la necesidad de converger en un solo esfuerzo y repito de cara al país, y colocando las preferencias y la voluntad de la gente por encima de nuestras posiciones individuales o grupales, entendamos que Venezuela, nos demanda seriedad y responsabilidad en esta hora menguada de su destino y que tenemos que estar a la altura de ese requerimiento.