REDES SOCIALES Y DESINFORMACIÓN Por Humberto Ojeda Gudiño

Ni la desinformación es exclusiva de las redes sociales ni las fake news son el único tipo de desinformación.

Siempre que se mienta o se tergiverse una información, conscientemente, con un fin inconfesable y se difunda en un medio, tradicional o emergente, hay desinformación.

Utilizar malintencionadamente una foto fuera de contexto, omitir partes esenciales de una información, la opacidad informativa de un Gobierno, (¿les suena conocido?), son, al igual que las fake news, ejemplos de desinformación. Y estos ejemplos, recalco, los vemos en la prensa y en la TV, los escuchamos en la radio y los encontramos en las redes sociales.

Sin embargo, la manera en la que consumimos información en las redes sociales, sin duda que sí favorece la posibilidad de un aumento en los niveles de manipulación, de desinformación y, especialmente, se presta al surgimiento de fake news.

Esto porque nuestra interacción en las redes sociales se caracteriza por la prevalencia de la inmediatez sobre la veracidad, por la casi ausencia de la constatación y verificación, sustituidas por la retroalimentación en el grupo virtual al que pertenecemos y por ser sometidos a algoritmos que determinan el contenido que nos presentan, reiterada y prioritariamente a cada uno de nosotros, influyendo, además, por la repetitividad y consonancia, en los temas en los que pensamos y en lo que no. Todo, previo análisis con técnicas de I.A. y de la Ciencia del dato, del Big Data que van acumulando, por ejemplo, a través de los Cookies, sobre nuestro comportamiento y preferencias.

También está el uso de otras tecnologías exclusivas de las redes sociales o cuyo hábitat natural está allí, como los Bots, que permiten no solo difundir masivamente las fake news sino “validarlas” a través de la acumulación trucada de LIKES; o como el Deep Fake, responsable de los videos falsos creados con Inteligencia Artificial, que cada día se perfecciona más. Igualmente, está el factor de contar con una audiencia potencialmente global de miles de millones de personas.

Como si lo anterior fuese poco, hay empresas e incluso gobiernos que se valen de las nuevas tecnologías en redes sociales para engañar masivamente, estableciendo verdaderas campañas de desinformación con fines comerciales, políticos e incluso bélicos. Caso destacado el de la Empresa Cambridge Analytica y su presunta manipulación de los electores, no de la elección, en las votaciones del Brexit y de la que terminó en la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Igualmente es un buen ejemplo la estrategia híbrida de Rusia en la Guerra con Ucrania en 2015, por Crimea.

Probablemente muchas de esas tecnologías se crearon con sanas intenciones, pero, lamentablemente, como las que usan la radioactividad en la vida real, tienen buenas o malas consecuencias, incluso la dispersión o contaminación a otros, de acuerdo a cómo nos expongamos a ellas, las usen en nosotros o nos preparemos para contrarrestarlas.

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