
Esa es la frase con la que cualquier norteamericano saluda a un veterano de guerra en su país.
No importa en cuál guerra peleó ni el resultado de la misma.
“Gracias por tu servicio.”
Así deberíamos retirar a Juan Guiadó, peleó y dio la cara por nosotros, nos representó.
Para removerlo, no hay que destruirlo.
Simplemente su tiempo pasó, terminó.
Tampoco el amigo Guaidó debería caerle a piña a quienes ya no lo apoyan, acusándolos casi de traidores a la patria pues, según él, estarían beneficiando a Maduro.
Además, disentir no es traición y él, Guaidó, no es la patria.
Tampoco fue electo por el pueblo, asumió unas funciones de representación en función de ser el Presidente de la Asamblea Nacional de 2015.
Si no lo reeligen, como va a pasar, pierde la cualidad que tiene. Eso es todo.
Igualmente es falso que por su retiro se eliminarán las sanciones y otros mecanismos de presión.
Ni se perderán los activos congelados en el exterior.
Se contemplan medidas, simultáneas al cese del Gobierno interino, para garantizar eso.
Lo cierto es que ante la inminencia de las primarias y la indefinición de las presidenciales, que el régimen realizará cuando nos vea más débiles, la oposición necesita fortalecerse, no fragmentarse y menos enemistarse.
Guaidó terminó muy mal, sin cumplir los objetivos que él mismo se impuso y con un rechazo mayor que el enorme apoyo popular que alguna vez tuvo.
Pero fue valiente y luchador, asumió riesgos que otros no asumieron.
Ya vendrán los tiempos de juzgar su desempeño en lo administrativo.
Por ahora se trata de que hay una nueva propuesta y un barajo de los protagonistas, que ojalá sea también un refrescamiento que consiga revitalizar a la oposición.
Thank you for your service, señor Guaidó.